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Declaramos
lo que la Biblia dice: Que nuestro Señor es autor
de Eterna Salvación y por lo tanto, tenemos vida
eterna en Cristo Jesús. No hay la más
mínima posibilidad de que un hijo de Dios, cuyo
nombre esta inscrito en el libro de la vida desde antes
de la fundación del mundo pueda perderse. Antes
bien, afirmamos y así enseñamos que aquel
a quien el Señor salva, lo salva para siempre,
que el que se une a Jesucristo un mismo espíritu
es con EL y que con una sola ofrenda de parte del Señor,
sus elegidos han sido hechos perfectos para siempre (Heb. 5:9. Heb. 7:25,
Apoc 17:8, 1 Cor. 6:17, Heb. 10:14).
Entendemos
por la palabra de Dios que los pecados de los escogidos
de Dios fueron lavados para siempre por la sangre que
Jesús derramo en la cruz, que Dios se olvido
de los pecados de ellos y que no se acuerda mas de sus
transgresiones y pecados. Afirmamos que Dios trato con
el pecado en la cruz y que todo el pecado fue condenado
(encerrado para siempre) en el cuerpo carnal de los
elegidos, de tal manera que ellos son perfectos en |
espíritu
aunque inmundos en carne. Por la circuncisión de Cristo,
el cuerpo pecaminoso carnal fue echado fuera y para siempre
se hizo separación entre espíritu y carne. El
resultado es que el elegido es "un tesoro en vaso de
barro" conocido por Dios en espíritu y capaz de
adorar en "espíritu y verdad" sin que su
cuerpo pecaminoso pueda impedirlo (Heb.
10:10,17, Col. 2:11,14, 1 Cor. 4:7).
Afirmamos
que esta gracia en la cual vivimos ocasiona en nosotros un
deseo cada vez mayor de agradar a Dios, quien nos salvó
y llamó con llamamiento santo. Rechazamos toda altivez
que pueda concluir que la abundancia de gracia lleva a los
elegidos a pecar pues el mismo Dios que los salvó mora
en ellos, poniendo en ellos tanto el querer como el hacer
por su buena voluntad. Afirmamos que no pueden practicar el
pecado pues el Señor en ellos los guarda y el maligno
no los puede tocar. Creemos que aunque en carne pecamos, Dios
no nos ve en pecado pues para El hemos muerto al pecado. Somos
testigos de que el pecado no se enseñorea de nosotros
pues no vivimos bajo la ley sino bajo la GRACIA, mas aun por
el espíritu en nosotros hacemos morir las obras de
la carne. De acuerdo con la Biblia, creemos que los hijos
de Dios son los que son dirigidos por el espíritu de
Dios que mora en ellos, y que el espíritu no dirige
a nadie a pecar sino a vivir la vida que agrada a Dios (1
Juan 3:9, 2 Tim. 1:9, Fil. 2:13, Rom 6:14, 6:22, 8:11, 16).
Con profundo
agradecimiento declaramos que no fuimos nosotros los que escogimos
a Dios, sino que El nos escogió a nosotros. Nuestra
salvación no es producto del "libre albedrío"
sino de un acto de amor sobrenatural, mediante el cual fuimos
escogidos por El antes de la fundación del mundo, no
a causa de nuestra obra (pues no habíamos nacido),
sino por su misericordia y el gran amor con que nos amo. Estando
nosotros muertos en delitos y pecados fuimos, por su gracia,
vivificados en Cristo para vida eterna, la cual El nos garantiza
por el Espíritu Santo que es Dios mismo morando para
siempre en nosotros. A El, sea la gloria, la honra y la alabanza
ahora y por todos los siglos Amén. (Efe.
1:4-5, 13-14, 2:1,8-9, Rom. 8:29, 9:11).
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